Hacer autoestop es una mala idea, pero Caden está desesperada.
Cuando acepta un viaje del primer coche que pasa, conoce a Gabriel. Él es de su edad, sexy, y lo más parecido que tiene a un salvador. El problema es que es un completo imbécil. Sin otro lugar a donde ir, Caden convence a Gabriel para que la deje quedarse con él por una noche. Él a regañadientes le presta un sofá.
Esa noche Caden se despierta por unos extraños ruidos. Preocupada, se apresura a la habitación de Gabriel, ya anticipando su mal carácter. En cambio, él es amable, dulce, y sospechosamente inofensivo, nada como el hombre que la habia recogido en el coche. Parece una persona totalmente diferente, y afirma serlo. Por la noche es Tom, y durante el día es Gabriel.
Caden se siente arrastrada hacia los misterios ocultos en sus ojos.
Para Gabriel, Caden es un error molesto. Una noche se convierte en demasiadas, y a pesar de que este vierte toda su ira en ella, se queda. Incluso parece aceptarlo a él y a sus defectos, pero aun así no confía en ella.
¿Se queda por él o ya ha descubierto más de lo que él está dispuesto a compartir?
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"Porque a todo el mundo le gusta saber que no está solo, que no es el único..."