Este segundo libro, ha elevado mucho mi opinión sobre esta trilogía. Me ha hecho apreciar muchísimo más el primero, y en seguida sabréis porqué.
En esta secuela, podemos ver como la vida de Belly, todo lo que siempre ella ha amado, todas sus expectaciones y su misma felicidad desaparecen. Belly solía medir su vida en veranos, el resto de estaciones eran solo la tansición entre uno y otro, no eran más que un tiempo para descansar y prepararse para la siguiente aventura veraniga en Cousins Beach junto con sus dos amores, Conrad, y Jeremiah. Pero ahora todo eso se ha acabado. Susannah, la mejor amiga de su madre, la madre de los chicos, y una de las personas más importantes para Belly, ha enfermado hasta un punto sin retorno, Conrad, a quien consideraba el amor de su vida, y con quien ha estado "saliendo" durante los últimos meses (a pesar de que el chico, se porta fatal con ella) la ha dejado, y Belly, por primera vez desde que tiene memoria, está contando los días para que el verano acabe, ya que un verano sin Susannah, sin Conrad, y sin Cousins Beach, no es un verano.
Pero entonces recibe una llamada de Jeremiah diciendole que Conrad ha desaparecido, y como no, ella acude en su búsqueda, pero Belly ya no tiene tan claro si realmente quiere estar con Conrad, o si quizás podría llegar a ser más feliz con Jeremiah.
Es un libro completamente emotivo, y con mucho drama, escrito de una manera tan intensa que, por lo menos yo, en las primeras diez páginas ya me encontraba llorando desconsoladamente, ya que tiene un comienzo desgarrador, pero la manera en la que describe el dolor de la protagonista... es sencillamente perfecto. A diferencia de el primer libro, este está narrado en primera persona alternandose entre Belly y Jeremiah, ya no es solo Belly, y eso me ha gustado mucho, ya que podemos conocer mejor a Jere, y profundizar en sus sentimientos por Belly. Y como iba diciendo al principio de la reseña, este libro me ha hecho apreciar mucho más el primero de la trilogia, ya que, , durante gran parte de él se narraban los recuerdos de infancia de los personajes, recuerdos bonitos y entrañables, y eso permite que en este segundo libro conozcamos mucho mejor a los personajes y estemos mucho más encariñados con ellos. En esta segunda parte también podemos ver la evolución de los personajes de un verano a otro, como las diferentes situaciones transcurridas durante el invierno les han cambiado. Aquí conocemos a una Belly más madura y centrada, a un Conrad menos frío, pero más autodestructivo, y a un Jeremiah también más maduro y responsable, quien ya no es el gracioso del grupo o el niño de mamá, sino un chico perdido, con mucho que soportar.
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