Trás leer y amar por completo Un beso en París, no podía dejar de leer 2º libro de la saga. En este caso, la historia trata de Lola, una chica extravagante cuyo atuendo diario incluye disfraces, purpurina y pelucas. Esta vive en un tranquilo barrio de San Francisco junto a sus padres homosexuales.
Sin embargo, el barrio deja de ser tan tranquilo cuando vuelven a mudarse a su lado los gemelos Bell. Calliope, quien le amargó la infancia y Cricket, su primer amor, pero con quien no acabó en buenos términos y a quien quiere demostrar que lo superó. Aunque a medida que Lola y Cricket van hacercándose más, Lola ya no está tan segura de haberlo superado y entonces tendrá que elegir si quedarse con su novio tatuado, rockero y seis años mayor que ella, Max o si arriesgarse a estar con Cricket.
Lo que tiene esta autora es que le gusta meter mucho humor en los libros, y aunque a mi eso es algo que me encanta, en el caso de este libro el humor lo ha utilizado con la apariencia y la forma de ser de los personajes, de forma que ambos resulten cómicos.
Sin embargo, al haber hecho a Lola tan extravagante y rara, también ha dificultado que el lector se identifique con ella, por lo que, al menos en mí caso me ha hecho leer todo el libro desde afuera, sin meterme en él por completo. Y a su vez ocurre lo mismo con Cricket, no lo describe como el tipo de chico del que cualquiera se enamoraría, por lo que no se siente tanta tensión con lo del triángulo amoroso, ya que a ver, por puntos yo por lo menos prefería a Cricket, pero no me daría un infarto ni nada si se quedaba con Max porque Cricket no me ha terminado de enamorar.
Al igual que en Un beso en París, en un segundo plano en las vidas de los protagonistas hay dramas familiares, lo cual hace que la historia no sea tan superficial, ya que esto obliga a los personajes a recapacitar, a sufrir y a cambiar a lo largo de la novela.
En conclusión, el libro ha sido bonito, interesante y romántico con un toque del anterior, pero no ha terminado de alcanzarme. Aunque, debo añadir, que sólo por las escenas en las que aparecen Anna y St. Clair ya ha valido la pena.
Sin embargo, el barrio deja de ser tan tranquilo cuando vuelven a mudarse a su lado los gemelos Bell. Calliope, quien le amargó la infancia y Cricket, su primer amor, pero con quien no acabó en buenos términos y a quien quiere demostrar que lo superó. Aunque a medida que Lola y Cricket van hacercándose más, Lola ya no está tan segura de haberlo superado y entonces tendrá que elegir si quedarse con su novio tatuado, rockero y seis años mayor que ella, Max o si arriesgarse a estar con Cricket.
Lo que tiene esta autora es que le gusta meter mucho humor en los libros, y aunque a mi eso es algo que me encanta, en el caso de este libro el humor lo ha utilizado con la apariencia y la forma de ser de los personajes, de forma que ambos resulten cómicos.
Sin embargo, al haber hecho a Lola tan extravagante y rara, también ha dificultado que el lector se identifique con ella, por lo que, al menos en mí caso me ha hecho leer todo el libro desde afuera, sin meterme en él por completo. Y a su vez ocurre lo mismo con Cricket, no lo describe como el tipo de chico del que cualquiera se enamoraría, por lo que no se siente tanta tensión con lo del triángulo amoroso, ya que a ver, por puntos yo por lo menos prefería a Cricket, pero no me daría un infarto ni nada si se quedaba con Max porque Cricket no me ha terminado de enamorar.
Al igual que en Un beso en París, en un segundo plano en las vidas de los protagonistas hay dramas familiares, lo cual hace que la historia no sea tan superficial, ya que esto obliga a los personajes a recapacitar, a sufrir y a cambiar a lo largo de la novela.
En conclusión, el libro ha sido bonito, interesante y romántico con un toque del anterior, pero no ha terminado de alcanzarme. Aunque, debo añadir, que sólo por las escenas en las que aparecen Anna y St. Clair ya ha valido la pena.
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"Porque a todo el mundo le gusta saber que no está solo, que no es el único..."